
La historia del descubrimiento y construcción del Gömböc también tiene sus propias curiosidades. Si hablamos de figuras en dos dimensiones, lo mejor a lo que podemos aspirar es a tener una figura con dos puntos de equilibrio estables y dos inestables. Y durante mucho tiempo se pensó que para figuras en tres dimensiones l sería igual que en dos. El propio Domokos creía que era así. Le era imposible pensar en una figura con sólo un punto de equilibrio estable y otro inestable, por lo que intentó probar que dicha figura no existía. Evidentemente no tuvo éxito.
Aquí es donde entra la mente privilegiada de Vladimir Arnold. Fue él quien habló con Domokos de la posibilidad de que dicha figura sí existiera, fue él quien conjeturó la existencia de cuerpos en tres dimensiones con sólo dos puntos de equilibrio uno estable y otro inestable.
Y después de 10 años encontró junto con su alumno Várkonyi la figura denominada Gömböc. En cierto sentido la propiedad de autocorrección del Gömböc se asemeja a la capacidad de ciertos animales, como las tortugas o los escarabajos, para volver a su posición estable.
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